VIVIR LA FE EN COMUNIDAD


¿Porqué hemos de vivir la fe en Comunidad? ¿Porqué es tan difícil vivirla en solitario?

Parece que vivir la fe es algo tan íntimo que cuesta mucho trabajo compartir esos sentimientos con los demás. Sin embargo creo que la fe es para vivirla en comunidad.

Si ayudas a crear una experiencia de unidad y armonía entre los miembros de una comunidad, se pueden construir hermosas fraternidades con resultados inesperadamente gratificantes para el alma.

No se trata de forzar situaciones, sino de dejarse llevar por la experiencia de compartir algo con lo que te sientes bien con personas que reman en la misma dirección que tú. Comprobarás que todos tenían el mismo destino. Se trata de tomar conciencia de Dios desde el otro.

A veces cuando formamos parte de un grupo, y no tiene por que ser un grupo cristiano, uno espera que los otros tengan una actitud concreta para hacer más cómoda la confraternización, pero la comunidad no la construyen los demás, es desde el amor que yo le pongo a la relación en común donde comienza el éxito del grupo.

Hemos de mentalizarnos que si queremos convivir con un grupo afín tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para conservar la unidad, la comunión de intereses, la armonía grupal.

Pero, ¿cómo podemos conseguirlo?.

Para poderlo explicar, me he inspirado en algunos consejos que le he leído al padre argentino Ricardo Facci:

1º) Insistir en lo que se tiene en común, NO EN LAS DIFERENCIAS.

En un grupo de amigos puede que sea el ocio el que nos une, o las aficiones o incluso las obligaciones. En una comunidad cristiana compartimos al mismo Cristo, la fe, la espiritualidad. A medida que avanzamos en la convivencia, ponemos en común algunos aspectos de nuestra interioridad e intimidad. Pero no debemos olvidar nunca que Dios, a todos nos hizo diferentes: a cada uno nos distingue una personalidad, un carácter, capacidades determinadas. Hemos crecido con un trasfondo familiar concreto, una cultura que nos modeló en varias facetas, una educación que marcó nuestra forma de ser. Sin embargo, dentro de un grupo tendemos a exponer muchas más cosas en común que cualquier diferencia que podamos tener. Ese es el camino, el camino de la unidad, no el de la uniformidad.

La división surge cuando se enfoca la diferencia, en cambio la unidad se logra cuando nos concentramos en el amor y la comprensión a los demás.

2º) Ser objetivo en la relación entre EXPECTATIVAS Y REALIDAD.

Ser realistas cuando formamos parte de un grupo. Es fácil desanimarse por la distancia entre el ideal y la realidad de una comunidad. Sin embargo, para conseguir la UNIDAD debemos amar con pasión nuestra comunidad pese a sus imperfecciones. Quien anhela lo ideal mientras critica lo real, está mostrando una señal de inmadurez. Todos los miembros de una comunidad son pecadores, culpables, responsables de los hechos ingratos. Tú también.

Por otro lado, conformarse con la realidad sin luchar por el ideal, es señal de complacencia. La persona madura sabe que debe convivir con esta tensión. Siempre alguien nos defraudará o decepcionará, pero esto no es excusa para no tener comunión con él. ‘Con humildad y paciencia, sopórtense mutuamente por amor’ (Cfr. Ef 4,2).

Quien ama más el ideal de comunidad que a la comunidad real, se convierte en destructor de ella.

3º) Tomar la decisión de ANIMAR ANTES QUE CRITICAR.

La Palabra de Dios es muy clara en este sentido, insiste mucho en la importancia de no criticar a los miembros de la comunidad, ni compararlos, ni juzgarlos. Siempre debemos alentar a los demás con palabras que animan, que edifican; jamás, derrumbarlos con críticas destructivas.

4º) NEGARSE a escuchar chismes, y mucho más a repetirlos.

¿Qué es un chisme? Es divulgar una información cuando uno no es parte del problema, ni de la solución.

Tampoco debes escucharlos si quieres proteger tu entorno. Escuchar los chismes es como aceptar algo robado, y convierte a uno, también, en culpable del delito. ¿Qué hacer ante alguien que desea contar un tema del ausente? Responder con valentía ‘no necesito saber eso’. Las personas que cuentan chismes, también hablarán mal de ti.

¿Qué derecho tenemos de ventilar los problemas, pecados o intimidades de nuestros hermanos? Acaso, ¿tiene, quien escucha, la solución al problema? Y si no tiene la solución del problema, ¿qué sentido tiene involucrarlo con elementos negativos o que generan negatividades y animadversiones?

Debemos recordar que sin combustible se apaga el fuego: escuchar es combustible. Cuando desaparecen los chismes, finalizan las tensiones.

5º) APOYA al líder o al coordinador del grupo. 

No hay coordinador perfecto, pero en cualquier grupo que se precie siempre hay una persona que va por delante. La que organiza, la que plantea, la que decide, la que se equivoca. Sin embargo, Dios a través de  los miembros del grupo, le dio la responsabilidad y la autoridad para construir y sostener la unidad de la comunidad.

Hay ocasiones en las que el coordinador debe resolver conflictos que se generan dentro del grupo, a veces, entre los propios miembros. Nada grato, por cierto. Hemos de apoyar a ese líder, al coordinador que tira de todos para favorecer la unidad de la comunidad. Estos, además, deben realizar la imposible tarea de que todos estén contentos. ¡Ni Jesús lo logró! 

¿Qué estás haciendo para hacer que tu comunidad sea más cálida y fraterna? Hay personas de tu entorno que esperan que alguien que le de su amor y comprensión.

Todos estamos necesitados de amor.

Lázaro Hades.


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